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1 Comment

  1. S.F.
    14 junio, 2010 @ 18:20

    Valente, tan como Alone, no deja de recordarnos el delicioso Nocturno de Chile. Rojas es, sin duda, el escritor más importante del siglo XX. La tetralogia de Hevia se cierra con esta excelente obra, una novela-mundo, que cumple cabalmente con lo prometido en el titulo: muestra amorosamente esos rincones oscuros, pero radiantes, esa marginalidad de los conventillos de Recoleta, Independencia, Estación Central; la vida de un teatro pobre en pueblos olvidados; la vida de seres que todo el tiempo ignoramos.
    La técnica funciona, es una novela que, escrita por un cronista, da pie a muchas voces, una obra coral, polifonica. Los personajes desaparcen, como se queja el cura, para escapar a ese apetito monologico que encierra a un ser humano en una descripcion. Son muchos porque no son ellos los protagonistas, sino todos. En ese sentido es más amplia aun que Sombras contra el muro; ni hablar de Mejor que el vino o Hijo de ladron. El hilo central es Chile, el Chile oscuro y radiante, no la historia de amor o la novela de formacion que desea Valente. Y Chile está compuesta de miriadas de seres anonimos, distintos y con derecho a sus 15 minutos literarios: es un collage de los olvidados. Droguett y Bolaño usan el mismo principio para lograr el efecto multitudinario: en 60 muertos en la escalera y en 2666.

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